El desayuno es una de la comidas principales, y en niños y niñas esencial para aportarles la energía necesaria para afrontar el día, por lo que debería constituir el 25% de sus necesidades nutritivas para el mismo. Pero ¿qué darles para que el desayuno sea sano? ¿Y qué hacemos si no quieren desayunar?
Componentes de un desayuno sano para niños y niñas
El desayuno para niños y niñas debe asegurar diversidad de nutrientes, por lo que los componentes esenciales del mismo serían:
- Cereales, presentes en pan, copos de avena, galletas artesanales o caseras, etc. Estos les asegurarán hidratos de carbono de absorción lenta, y por lo tanto la energía esencial que van a necesitar durante la mañana.

- Lácteos, ya sean en forma de leche como de yogur, kefir, queso, etc. Estos les aportarán les aportarán proteínas. Y según el grado de actividad de niños o niñas se puede añadir alguna otra proteína como jamón cocido o fiambre de pavo. O estos pueden sustituir el aporte proteico del desayuno si bien el niño o la niña no quiere el lácteo, ya que lo puede tomar en otro momento del día.
- Fruta, para asegurar el aporte de vitaminas y minerales. Puede ser la pieza en sí misma, o puede ser en forma de zumo natural recién exprimido. Además, la fruta es un buen elemento para introducir un elemento dulce natural en su desayuno.
Y a su vez, también es interesante un aporte de ácidos grasos insaturados, que pueden proceder del aceite de oliva, frutos secos o aguacate, por ejemplo.
Cuidado con el márketing de los productos orientados al desayuno infantil
A partir de estos componentes, la industria de la alimentación ha desarrollado toda una serie de productos muy orientados al público infantil, que aun con la etiqueta de saludable, suelen ser ultraprocesados con sus correspondientes riesgos. Así que, deberíamos evitar:
- cereales azucarados de desayuno. Más que hidratos de absorción lenta aportan un exceso de azúcares de rápida absorción que pueden incidir en su salud a largo plazo, desde las caries a sobrepeso u obesidad a largo plazo. Lo mejor es optar por fuentes de cereales integrales o lo más naturales posible y jugar con la fruta para darles un aporte dulce.

- galletas ultraprocesadas y bollería industrial. Sucede lo mismo que con los cereales azucarados, pero además, suelen llevar grasas añadidas. Es interesante que las fuentes de cereales sean variadas, y las galletas o los bizcochos pueden ser parte de desayunos puntuales, pero siempre caseros o lo más naturales posibles.
- lácteos mezclados con otros ingredientes. O sea, evitar batidos de chocolate ultrprocesados, por ejemplo, o yogures de frutas. Lo mejor es que sean lácteos sin azúcares ni edulcorantes.
- mezclas de polvos con base de cacao. Esa base es teórica y suelen llevar más azúcar que cacao. Se puede jugar con el cacao en los desayunos, pero que sea puro. Y hay otros elementos que nos pueden ayudar a matizar su sabor. Así, por ejemplo, se puede hacer una tosta untada en una crema de aguacate y polvo de cacao puro, añadir alguna fruta a la misma y espolvorear canela.
- mermeladas. Suelen conllevar también exceso de azúcar y, en todo caso, no sustituyen a la fruta en sí misma que debería estar presente en el desayuno.
- zumos concentrados y néctares de fruta. Por el exceso de azúcar y por la potencial pérdida de nutrientes de la fruta (ver aquí ventajas y desventajas de los zumos envasados)
Cuando no quieren desayunar al levantarse
Puede pasar que estemos ante niños y niñas que no quieren desayunar al levantarse. Al igual que los adultos, puede ser simplemente que no tengan aún hambre. Y lo mejor es respetarlo. Pero esto no implica que puedan pasar toda la mañana sin ingerir nada, al contrario. Si están en época escolar, deberían llevar opciones sanas de desayuno a la escuela para que se lo puedan comer en otro momento.
Pero cuando están dispuestos a desayunar en casa, es importante dedicarle el tiempo necesario y que no tengan que desayunar aprisa. Es mejor levantarse un poco antes y darles el tiempo necesario, primero porque no es bueno comer con prisas, y segundo porque así fomentamos el hábito del desayuno y que este se conciba como una comida principal para cuando sean adultos.
A su vez, puede pasar que, al desayunar, no se lo acaben todo. El típico “no quiero más”. Tanto en el desayuno como en cualquier otra comida, es recomendable también respetarlo y no forzarlos a comer, pues están aprendiendo a reconocer la sensación de saciedad.