Sí, adelgazar se ha convertido en una industria. Y bajo una dieta como producto central de consumo, desarrolla otros productos vinculados a la misma para que consumamos en aras de una teórica salud que en realidad hace promesas sobre el físico que a menudo llevan a metodologías e incluso resultados poco saludables. ¿Cómo podemos detectar cuándo una dieta es un producto de consumo?
La industria de las dietas
La alimentación es una industria que pasa por convertir la comida en un producto de consumo que va de los alimentos ultraprocesados que perjudican a la salud (ver aquí) a los superalimentos que no la benefician tanto como pretenden vendernos (ver aquí).

En la línea de estos últimos, también existen productos que venden el hacernos adelgazar con rapidez y sin esfuerzo, y que pueden ir desde pastillas (ver aquí) a productos que sustituyen comidas, por ejemplo.
Pero cuando se pretende armar a una red de productos de una estrategia de márketing completa, una fórmula muy efectiva para ligar la estrategia es que esta gire en torno a una dieta para adelgazar. Probabelmente, tras la misma, hay resultados, es decir, se adelgaza. Pero la dieta sólo pretende eso, adelgazar, no necesariamente afianzar un cambio de hábitos alimenticios, ya que este afianzamiento implicaría no volver a engordar. Y no volver a engordar nos deja sin consumir los productos que vende. Así, por ejemplo, una de las dietas que tuvo su momento, como la Dukan (ver aquí), tiene una fase de mantenimiento, pero te invita a retroceder a fases anteriores si engordas durante la misma.
¿Cómo reconocemos una dieta creada como producto de consumo?
Por todo ello, si nos planteamos hacer dieta por nuestra cuenta, es importante elegir desde una aproximación crítica, analizando determinados factores. Algunas de las claves para determinar si una dieta está concebida como producto de consumo, además de su coste elevado, son:
- Estrategias comunicativas basadas en resultados, que van desde la velocidad a la que vas a adelgazar (por mucho que esto no es lo más saludable), a testimonios para darse credibilidad, aunque no sean testimonios contrastados ni documentados.
- Prometen que no se va a recuperar el peso que se pierde. Si tras una dieta se vuelven a los hábitos que nos habían llevado a engordar, se recupera el peso (ver aquí) e incluso se produce el famoso efecto rebote, sobre todo si la pérdida de peso es rápida (ver aquí). O sea que prometen lo imposible.

- Prohiben grupos enteros de alimentos. Excepto los ultraprocesados, si hablamos de alimentos naturales, ninguno es un demonio. En todo caso, el problema puede ser las proporciones en las que los consumimos o no los consumimos. Así, por ejemplo, si comemos un exceso de carbohidratos en forma de harináceos, tenemos un exceso energético que se transforma en grasa. Pero en su justa medida, los carbohidratos no son malos. Y si no consumimos verduras y hortalizas suficientes, es más fácil que comamos más harináceos para saciarnos, a la par que nos perdemos un montón de vitaminas y minerales.
- Venden complementos alimenticios con las dietas. Aquí no nos referimos a pastillas, por ejemplo, sino a productos destinados o a sustituir alguna comida, o a suplir las deficiencias alimentarias que la propia dieta crea. Por ejemplo, si estamos ante una dieta hiperproteica que nos prohibe comer frutas, verduras, cereales, etc., posiblemente tendremos deficiencias de fibra. Y entonces nos venden una barrita que ellos mismos elaboran para asegurar que ingerimos una fibra que no nos faltaría si la dieta fuera equilibrada. Y así pueden generar toda una red de productos que son los que nos quieren vender.
- Desarrollan otros productos derivados relacionados con la dieta que en teoría nos facilitarán su seguimiento. Desde libros a cursos, pasando por aplicaciones, planes de ejercico teóricamente personalizados, etc.
- Afirman que todo el mundo puede seguir esa dieta, sin tener en cuenta patologías previas de la persona. Y eso no es así, si alguien quiere adelgazar y es una persona diabética, es esencial que se tenga en cuenta este factor a la hora de diseñar la dieta, lo mismo que si se tiene colesterol, hipertensión…
Nos jugamos nuestra salud

Muchas de estas dietas como producto de consumo, en verdad no tiene profesionales acreditados de la nutrición detrás, e incluso contradicen aspectos científicos probados sin ningún pudor. Con lo cual, podemos adelgazar, sí, y rápido, también, pero jugándonos nuestra salud. Por ello, lo mejor es siempre ponerse en manos de una persona profesionalmente acreditada dentro del ámbito de la nutrición.
Al final, la mejor forma de adelgazar es progresiva y buscando un cambio de hábitos que nos lleva a aprender a vivir a partir de una comida diversa, natural, equilibrada y ajustada a nuestros gustos. Y esto es parte de un largo proceso que incluye aspectos nutritivos, pero también sicológicos y de estilo de vida.