Comer sin sal suele ser una prescripción médica porque ya existe alguna enfermedad que nos obliga a ello, sobre todo coronaria. Pero una hipertensión diagnosticada ya es motivo para comer sin sal, y si no se quiere llegar a estos extremos, a modo preventivo, lo mejor es reducir nuestra ingesta de sal. Y comer soso, no implica comer con menos sabor y menos rico. Te explicamos cómo.
Los riesgos del exceso de sal

Tres gramos diarios. Esa debería ser la sal que una persona sana puede comer al día (ver aquí). Pero la realidad es que, sin que nuestras manos pasen por el salero, podemos estar comiendo ya esta cantidad según sea nuestra alimentación, ya que hay alimentos con más sal que otros (por ejemplo, las carnes rojas respecto a las blancas) y hay otros que tienen mucha sal: quesos curados (ver aquí), salsa de soja, determinadas conservas y, desde luego, los ultraprocesados (ver aquí) y los precocinados (también conocidos como alimentos de gama 5 – ver aquí gamas de los alimentos).
Por lo tanto, ¿cuánta sal comes? ¿Lo sabes? La realidad es que el exceso de sal genera hipertensión (con un aumento de riesgos de padecer ictus cardiovasculares o infartos, por ejemplo) y deficiencias en los riñones, afectando a la función de filtrado y depuración de estos órganos, causando pérdidas de calcio, etc. Además de que el exceso de sal genera la famosa retención de líquidos.
Y a todo ello, añadamos una cosa más: a más sal, más sed. Y si la calmas con agua, aún. Pero al final, buscamos calmar la sed con sabor. Y eso se traduce en mayor riesgo de ingerir refrescos (ver aquí), zumos (ver aquí), alguna cervecita (ver aquí), etc. Así que al final, el exceso de sal en tu alimentación favorece el sobrepeso y la obesidad. Por algo, en muchas bares ponen esos frutos secos, bien saladitos, de regalo.
Pero las reticencias a comer sin sal o reducir la cantidad que añadimos son muchas, ya que tenemos la sensación de pérdida de sabor. Sin embargo, podemos dar sabor a través de otros ingredientes y técnicas culinarias.
Métodos de cocción que dan más sabor

Asar con la plancha bien caliente nos da ese color dorado tan delicioso que no deja de ser fruto de la caramelización de los azúcares naturales del alimento, lo cual implica una mayor concentración de sabor. Y si además tenemos la opción de asar en una barbacoa, a la caramelización añadiremos el toque ahumado. Por ello te proponemos asar como método de cocción estrella para comer sin sal y porque, además, es uno de los métodos de cocción más sanos (ver aquí cuáles son los métodos de cocción más sanos).
Pero en este mismo sentido podemos jugar también con salteados. Saltear también carameliza, y además aporta el sabor del elemento graso con el que salteamos, sin llegar a necesitar tanto como con una fritura.
Cocción al vapor, hervidos, estofados o guisos desde luego también son métodos de cocción sanos, pero por sí solos, podemos echar más de menos la sal. Por ello, lo ideal para usarlos es aplicar nuestro siguiente consejo:
Usa especias y hierbas aromáticas

Son condimentos naturales, de origen vegetal, con propiedades digestivas y sin aporte calórico (ver aquí calorías, índice glucémico y valor nutritivo de hierbas aromáticas y especias).
Y son perfectas para añadir en el agua con la que cocemos al vapor, para que ese vapor esté aromatizado, para infusionar el agua en la que hervimos, y desde luego, para aromatizar guisos y estofados simplemente añadiéndolas: su sabor quedará en la salsa resultante. Pero también las puedes añadir al final de ese asadito y son imprescindibles para el resto de trucos que te vamos a dar para comer sin sal.
Las especias normalmente las compramos secas, sobre todo cuando proceden de cortezas, semillas, etc. Pero algunas podemos adquirirlas secas o frescas ya que son raíces, como el jengibre o la cúrcuma. Y con las hierbas aromáticas, este distinción entre secas o frescas aún se da más. Excepto algunas hierbas aromáticas como el cebollino, que siempre suele ser fresco, muchas las podemos encontrar en los dos formatos. ¿Por qué te comentamos esto? Porque aquellas que utilices en seco, concentran más sabor ya que han perdido agua y han concentrado el mismo. Y al contrario, en fresco, los sabores serán más suaves.
En todo caso, te invitamos a que pruebes, varíes, combines y experimentes. Desde cocinenado.com, aquí puedes encontrar los usos culinarios de las 14 especias más populares y clicando aquí encontrarás los usos culinarios de 12 hierbas aromáticas esenciales.
Del chorrito de limón a la vinagreta para comer sin sal

Para comer sin sal siempre se recomienda acudir a un chorrito de limón para ese pescado o esa carne asada. Potencias el sabor ácido y las sensaciones consecuentes en el paladar si lo usas en exceso, pero si lo usas en su justa medida, el limón potencia el sabor natural del alimento. Así que es una manera sanísima de comer sin sal y no tienes por qué usarlo sólo con alimentos a la plancha. Puede ser un aliño de lo que desees.
Basándonos en la misma idea, puedes jugar con los matices que te aportarán los diferentes tipos de vinagre. Aparte del de vino o el de sidra, hay vinagres afrutados, aromatizados (descúbrelos aquí) que te van a dar matices de sabor más allá del ácido. De hecho, muchos guisos de legumbres ya juegan en sus recetas tradicionales con vinagres.
Y ya puestos a usar vinagres, puedes aromatizar tú el aliño con vinagretas: al final se trata de combinar aceite, un ingrediente ácido (limón, jugo de alguna otra fruta cítrica, algún tipo de vinagre) y hierbas aromáticas al gusto. Mezcla bien y saborea tu comida sin sal.
De la vinagreta al marinado para comer sin sal

Y ahora, en lugar de aliñar con la vinagreta una vez el alimento se ha cocinado y comer inmediatamente, prueba a aliñarlo y dejarlo reposar: los sabores se conjugarán y potenciarán. O al contrario, sumerge el alimento en ese aliño o píntalo, déjalo reposar una media hora como mínimo, y cocina después, de modo que el alimento se habrá marinado.
Puedes marinar también cambiando vinagre por vino, de modo que este aportará su sabor. Y por lo tanto, no será lo mismo uno blanco que uno tinto, o uno seco que uno dulce.
Al final, la cocina es un juego de sabores y nos ofrece muchas opciones para combinarlos y disfrutarlos sin sal. No nos engañemos, al principio notarás que falta sal, pero luego tu paladar se acostumbrará y no solo no la echarás de menos, sino que captarás otros matices de sabor que la sal tapa.