
Cultivadas hace más de 4.000 años en la India, las berenjenas llegaron a Europa de la mano de los árabes. Aunque inicialmente no gozó de buena reputación e incluso se llegó a pensar que su consumo producía locura, hasta el punto que Linneo (padre de la clasificación de las plantas) las denominó Solanum insanum. Hoy día son Solanum melongena, y dentro de la familia de las solanáceas, están emparentadas con la patata, peto también con la mandrágora (Solanum officinarum). Todas ellas son plantas que se caracterizan por contener alcaloides tóxicos, por lo que la berenjena siempre debe consumirse cocida (ver aquí ¿Qué hortalizas es mejor comer cocidas?).
Calorías e índice glucémico de las berenjenas
Las berenjenas están compuestas por algo más de un 90% de agua, lo cual las convierte en un hortaliza muy ligera, con un aporte de calorías por cada 100g que ronda las 26Kcal. A su vez, aunque está compuesta en un 6% por hidratos de carbono, su índice glucémico es bajo (20).
Valor nutricional y propiedades de las berenjenas

Además de los hidratos de carbono, las berenjenas tienen un aporte en proteínas que apenas supera el 1% y es muy baja en grasas (apenas llega al 0,2%). Sin embargo, su aporte en fibra es interesante (2,4%), previene la retención de líquidos ya que es alta en potasio y baja en sodio, ya demás aporta otros minerales como fósforo y, en menor media, hierro y calcio.
Aunque su aporte en vitaminas es inferior al de otros frutos, las berenjanas contienen vitaminas A, B1, B2 y C. Además, entre sus propiedades, cabe destacar que favorecen la circulación, contribuyen al control del colesterol y previenen la arterioscleriosis. Y resultan depurantes en la medida en que, al consumirlas tras una comida cargada de grasas saturadas, evitan que estas se depositen en arterias, a la vez que estimula la producción de bilis cuando el hígado requiere de refuerzos a la hora de disolver grasas.