Muchas veces, cuando nos planteamos adelgazar, queremos que sea rápido, si no ya. Y de esto se aprovecha toda una industria alrededor de la pérdida de peso. Pero la rápida pérdida de peso tiene unos riesgos. ¿Cuáles?
Cómo la sociedad de la inmediatez aumenta las prisas por adelgazar
Nos movemos en un mundo cada vez más inmerso en la cultura de la inmediatez, lo cual influye en cómo percibimos el ritmo al cual construimos nuestra realidad personal. Así, de igual modo que podemos hallar respuesta a cualquier curiosidad en segundos y en sistemas tan a mano como un móvil, a nivel inconsciente esperamos que todo proceso humano se complete con la misma rapidez. Y esto sucede con los procesos de pérdida de peso: queremos eliminar los quilos rápido y, además, si puede ser, con poco esfuerzo.
Y alrededor de la rapidez florece toda una industria del adelgazamiento que puede ir desde dietas milagro que prometen pérdidas de cinco kilos en una semana, por ejemplo, a cirugías o pastillas que prometen adelgazar (ver aquí tipos de pastillas para adelgazar), y que en letra pequeña nos recuerdan que son un complemento a una alimentación sana (o sea, que por sí mismas no nos van a hacer adelgazar aunque este sea el reclamo publicitario que emplean).
Los riesgos de las prisas por adelgazar
Pero cuando se emplea un método rápido de pérdida de peso hay que tener cuidado porque nos podemos hallar ante las siguientes situaciones:
- Durante el proceso de adelgazamiento, corremos más riesgo de sufrir episodios de hambre emocional (ver aquí que es). Es decir, las prisas generan sentimientos de ansiedad. Y la ansiedad facilita episodios de hambre emocional que, por lo tanto, nos llevarán a buscar alimentos que la calmen y que en general, son justamente calóricos (ver aquí alimentos consuelo). Si además el método elegido implica una dieta milagro (que de por sí tiene sus propios riesgos -ver aquí), nos hallaremos ante una restricción calórica unida a las prisas y la ansiedad que aumentarán ese riesgo de episodios de hambre emocional.
- Una vez hemos adelgazado, si no cambiamos la forma de comer y el estilo de vida que nos llevó a engordar, recuperaremos el peso. El problema es que, además, las pérdidas de peso rápida favorecen el efecto rebote o efecto yo-yo (ver aquí), que suele implicar no sólo la recuperación del peso anterior al adelgazamiento, sino a aumentarlo.
Adelgazar sin prisas pero sin pausas
Las pérdidas de peso más perdurables suelen ir ligadas a procesos progresivos y más lentos. Hemos de pensar que para perder 1 kg de grasa corporal se necesita un défiti calórico de 7.000 Kcal. Y lo recomendable es perder, a lo sumo, un kilo a la semana, ya que comer es una necesidad básica para nuestro organismo que no se debe obviar.