Comer sano no empieza en casa, sino en la compra. Y el super está repleto de tentaciones y pensado para que caigamos en ellas, de modo que a menudo acabamos llenando el carrito de la compra de productos alimenticios que no necesitamos y que, además, están cargados de calorías sin ser nutritivos. ¿Cómo evitarlo?
Cómo no ir al super para hacer una compra sana
Nuestro estado influye en la compra que hacemos y hay dos factores esenciales que nos inducen a una compra de productos alimenticios ultraprocesados que no acaban en el carro por su valor nutritivo y aún así están cargados de calorías (ver aquí productos refinados: muchas calorías y pocos nutrientes). Por ello, es mejor dejar fuera del super:
El hambre. Es esencial ir a comprar sin hambre porque si no, no sólo tenderemos a comprar más, sino que eso que entra de más al carro serán productos alimenticios que casi podamos comer al momento. Y no serán unas zanahorias o alguna fruta, sino alimentos con elevada carga calórica en busca de una satisfacción inmediata.
Las prisas. Hay que hacer la compra sin prisas. Y es que, comprar con prisas facilita que compremos por hábito y la compra deja de ser una acción consciente. Así, si por hábito compramos bollería, chocolatinas, snaks o una pizza ultraprocesada, aunque tengamos la firme voluntad de evitarlas, es más fácil que alguna de estas cosas vuelva a caer en el carrito. A su vez, la prisa genera o es producto del estrés, y este fomenta el hambre emocional (ver aquí), lo cual facilita la compra de alimentos consuelo (ver aquí) aunque no seamos conscientes de ello.
Cómo hacer la compra de comida para que sea sana
Para favorecer la compra de alimentos sanos es importante convertir la compra en un acto consciente y para ello, además de tener la prioridad nutritiva muy clara, hay diferentes elementos que pueden ayudarnos:
- Planificar la compra. Para ello, lo ideal es hacernos un menú semanal. Así sabremos lo que vamos a comer y podremos elaborar una lista de la compra en base a ello. Esto agiliza la compra, desvía la atención de otros productos alimenticios que no necesitamos, y de paso, si cumplimos con lo que nos hemos apuntado, ahorraremos dinero y reduciremos los desperdicios alimenticios o la comida que tiramos, porque aquello que compramos tiene día asignado para consumirlo.
- Favorecer la compra en mercado o tiendas de barrio mejor que en grandes superficies. Esto evita las tentaciones de compra de ultraprocesados, porque están menos presentes, y favorece la compra de alimentos frescos de temporada y de proximidad.
- Leer las etiquetas de los alimentos. Pero aún así, si vamos al súper, es importante adquirir la costumbre de leer las etiquetas de los productos alimenticios envasados para hacer más consciente la compra. Y no se trata sólo de leer la parte del aporte nutricional, sino también la de los ingredientes para saber así qué comemos (ver aquí)
- Ordenar los pasos de nuestra compra según conservación de los alimentos. Los alimentos en el súper están colocados siguiendo unas determinadas estrategias de márketing. No es gratuito que a menudo frutas y verduras estén cerca de la entrada, porque una vez comprado lo que consideramos sano, es más fácil caer en otros productos menos necesarios. Y a su vez, tampoco es gratuito que las golosinas de bajo coste y ultraprocesadas estén en la salida, donde más rato estamos parados en la cola. Pero el orden de la compra debe seguir un itinerario lógico según la conservación. Así que, independientemente de la disposición del súper, lo mejor es seguir este orden para evitar romper la cadena del frío:
- Agua, leche, aceite, vinagre, etc.
- Legumbres, arroz, pasta, conservas
- Verduras y hortalizas
- Refrigerados pescados, carnes, lácteos refrigerados
- Congelados