Están en todos los super mercados y constantemente se investiga en torno a ellos. Los alimentos funcionales son hijos de la industria alimentaria y buscan ir más allá de la alimentación sana en pro de una alimentación óptima. Pero, ¿qué son los alimentos funcionales realmente, una estrategia de márketing o realidad?
Definición de alimentos funcionales
No hay una definición consensuada de alimentos funcionales, pero como concepto, se entiende que los alimentos funcionales son aquellos a los que, más allá de su aporte nutricional natural, se les añaden componentes activos biológicamente que cumplen funciones especificas para un mejor funcionamiento del organismo. Con ello, mejoran nuestra salud y además, incluso ejercen un papel preventivo en relación a determinados factores de riesgos de ciertas enfermedades.
Así, por ejemplo, esos zumos con calcio añadido, esas lácteos con omega 3 de más, la leche con una buena recarga de vitaminas, etc. estarían dentro del espectro de alimentos funcionales, al igual que alimentos que quedan casi en la frontera entre el alimento y el medicamento, como los que se venden para bajar y prevenir el colesterol, por ejemplo.
Tipos de alimentos funcionales
Los alimentos funcionales no inventan nada en especial, simplemente emplean nutrientes o fitoesteroles que ya existen en los alimentos. Pero ahora, científicamente se investiga sobre el beneficio concreto para nuestra salud de cada uno estos componentes. Y en ese sentido, tenemos alimentos que podríamos considerar alimentos funcionales naturales como el té, el aceite de oliva virgen extra, etc. Pero la industria alimentaria, a partir de esta información, lo que ha hehco es generar alimentos funcionales en dos sentidos:
- fortificando productos alimenticios previos, como puede ser el zumo, la leche, las galletas, etc.
- creando productos alimenticios nuevos, como pueden ser bebidas con leche y frutos secos más vitminas y minerales; lácteos que no llamamos yogur porque no entran en la reglamentación del mismo, pero pueden ayudar a las defensas, la densidad de los huesos, etc.
A partir de ahí, estaríamos ante cuatro objetivos básicos que persiguen los alimentos funcionales, y que también nos pueden llevar a cuatro tipos esenciales de alimentos funcionales en función de aquello que buscan prevenir, sanar o reforzar:
- Sistema cardiovascular, a partir de fitoesteroles, ácidos grasos como el omega 3, fibra soluble, proteínas de soja, etc.
- Sistema digestivo, a partir de la potenciación de los efectos probióticos y de fibra para fomentar efectos prebióticos (ver aquí que son probióticos y prebióticos).
- Sistema inmunitario, donde también juegan un papel importante los probióticos, las vitaminas A, C y D, minerales como hierro, selenio o zinc, etc.
- Salud sobre los huesos, a partir de calcio y otros minerales, vitaminas y fitoestrógenos.
De la alimentación sana a la alimentación óptima a partir de los alimentos funcionales
Si comemos de forma sana, en teoría los alimentos funcionales no deberían ser necesarios, pues una alimentación sana implica el acceso a los nutrientes que necesitamos en las cantidades que los necesitamos. Y es así: para comer sano no hacen falta alimentos funcionales.
Sin embargo, los alimentos funcionales nacen con el objetivo de ir más allá con la alimentación y convertirla en una fuente de prevención de enfermedades: de ahí que junto al concepto de alimento funcional vaya el de alimentación óptima, pues lo que persiguen es optimizar la alimentación. ¿Ahora bien, todo eso funciona?
¿Los alimentos funcionales son efectivos?
No existe una regulación concreta en relación a los alimentos funcionales. Aunque el comité científico de la Unión Europea los define como alimentos nuevos porque implican una nueva forma de obtener nutrientes, en Europa hay un vacío legal respecto a los alimentos funcionales. Y en Estados Unidos no están reconocidos legalmente. Sólo en Japón, donde nacieron en la década de 1980, existe una licencia para alimentos específicos de uso para la salud o FOSHU (foods for specified health use) y los alimentos funcionales, por lo tanto, vienen con un sello oficial.
La regulación de los alimentos funcionales lo que implica es también una regulación en cuanto a los estudios que deben existir para considerar un alimento funcional como efectivo. Efectivo más allá de la estrategia de márketing de la industria alimentaria.
De hecho, faltan muchos estudios científicos independientes en relación a los alimentos funcionales. Por un lado, faltan ensayos clínicos para determinar la efectividad del uso terapéutico de estos alimentos. Y por el toro, debemos tener en cuenta, que el hecho de fortificar alimentos con nutrientes no nos dice nada en cuanto a la absorción que luego hará nuestro organismo d ellos mismos. Pro ejemplo, sabemos que de la leche de vaca se absorbe aproximadamente el 30% del calcio, pero, ¿qué cantidad de absorbe de un zumo o un producto lácteo fortificado?
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